7/05/2010

Saber de Leyes no es Igual a saber de Derecho


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En ocasiones nos encontramos con absurdos jurídicos este es el caso de los procesos contra animales, si leyeron bien contra animales no contra los dueños o responsables de los mismos, podríamos pensar que esto  es algo de la historia , pero lo verdaderamente alarmante es que estos casos se siguen dando en la actualidad lo cual nos deja pensando  en cuan preparadas son las  personas que imparten  la justicia en  el mundo, los siguientes son algunos casos recopilados que nos hacen darnos cuenta de que algo anda verdaderamente  mal.
Una rápida travesía por la historia de las instituciones y enjuiciamientos en contra de animales nos deja algo más que datos anecdóticos.
Bierce; D´Addosio; Thot, y otros esmerados investigadores de estos temas, nos narran que en el Avesta, el antiguo libro sagrado de los persas se prescribía que si un perro mordía a un hombre o a otro animal, debía castigársele.
La primera vez con la amputación de la oreja derecha, la segunda con la de la oreja izquierda, la tercera con la pata y la cuarta con la cola. La pena de muerte no estaba contemplada, ya que difícilmente el perro llegaría a la quinta reincidencia, sin las dos orejas, una pata y la cola. No obstante, en el Derecho romano postclásico, la Antiqua 8, 4, 17 —que procede del Edicto de Eurico— ordenaba al dueño de cualquier animal peligroso darle muerte, so pena de responder personalmente del daño que hubiere causado la bestia
En la Edad Media fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos. Una bestia que hubiera causado la muerte de un hombre, o practicado la brujería, era debidamente arrestada, procesada y, si resultaba culpable, ejecutada por el verdugo público. Los insectos que devastaban sembradíos, huertas o viñedos, eran citados ante un tribunal civil, para declarar por sí o por medio de un abogado, y pronunciados el testimonio, el argumento y la condena, si seguían “in contumaciam”, se llevaba el caso a un alto tribunal eclesiástico, que los excomulgaba y anatemizaba.
En 1386, un juez de Falais, Francia, condenó a un perro a la mutilación de las patas primero y luego a ser ahorcado “por haber herido a la víctima en la cara y en el brazo”. Para la ejecución, vistióse al perro con ropa de hombre. Por esa época, en una calle de Toledo se arrestó, juzgó y condenó a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las piernas del Virrey, causándole gran sobresalto. En Nápoles se condenó a un asno a morir en la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada. En 1451 se inició causa criminal contra las sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de Berna, y el obispo de Lausana, aconsejado por la Facultad de la Universidad de Heilderberg, ordenó que algunos de esos “gusanos acuáticos” comparecieran ante la magistratura local. Así se hizo, y se intimó a las sanguijuelas, presentes y ausentes, que en un plazo de tres días abandonaran los sitios que habían infestado, so pena de “incurrir en la maldición de Dios”. Los voluminosos expedientes de esta cause célebre no dicen si las inculpadas arrostraron ese castigo, o si se marcharon en el acto de esa inhóspita jurisdicción.

En 1606, en Chartres, fue ejecutado un perro por actos de bestialidad, y otro fue condenado “in contumaciam” y ejecutado “in efigie”. En ese siglo, en Inglaterra, fueron numerosas las sentencias a muerte contra perros acusados de brujería. En Italia, en la segunda mitad del siglo XVIII, se ejecutó a muchos perros “por haber seguido con demasiado ímpetu su instinto natural”.
En 1845, en Troyes, fue procesado un perro como “cazador furtivo”. En Inglaterra, en esos años, fue condenada a muerte una gallina que hirió mortalmente a un niño, ejecución que fue presenciada por los jurados. En la última década del siglo XIX, en Londres, el elefante Charlie fue absuelto en razón de legítima defensa por haber desnucado a su cuidador, quien le daba malos tratos.
No todos los elefantes, empero, corrieron con la suerte de Charlie. En 1903, una de las mayores atracciones en el Luna Park de Nueva York, era la elefanta Topsy, un ejemplar de más de tres toneladas. Pero ella tenía su carácter, y en tres años había matado a tres hombres. El último de ellos, su entrenador que estaba borracho y la alimentó con un cigarro encendido. Topsy tenía que irse, ¿pero cómo? Las autoridades del Parque la alimentaron con zanahorias bañadas en cianuro pero no dio resultado en un animal de tal fortaleza. Al convertir el asunto en todo un moral issue, los propietarios del Luna Park anunciaron que ahorcarían al animal. No obstante, las protestas por la ejecución de esta pena inhumana no se hicieron esperar. Nueva York había abolido la muerte por horca, siendo reemplazada por modernas sillas eléctricas, que se consideraban más viables para llevar a cabo la ejecución.
Luna Park pidió asesoría técnica a Thomas Edison, quien durante años había venido electrocutando públicamente a perros y gatos para demostrar los alcances de la corriente alterna. En Coney Island había una poderosa planta eléctrica y Edison tenía una gran oportunidad para la utilización de la corriente alterna. La ejecución de Topsy duró tan solo diez segundos y el bizarro testimonio filmado.
Otro caso ocurrió en Kingsport, Tennesse en septiembre de 1916 cuando Big Mary, con sus 5 toneladas de peso, aplastó a su entrenador, después de que éste la había golpeado con un palo en la cabeza.
Las autoridades del circo percibieron que contar con un elefante asesino no sería óptimo para el negocio. Se dice que el sheriff la arrestó y la encarceló por una noche. Se dice también que fue el mismo Gobernador de Tennesse quien ordenó la muerte de Big Mary. Lo que no se ha podido confirmar es la existencia de un juicio.
Nadie tenía armas tan grandes en el pueblo, y cuando se descartó la opción de dispararle un cañón, se optó por utilizar una grúa de ferrocarriles en la Ciudad vecina de Erwin para ahorcar al “elefante más grande del mundo” en presencia de más de 5 mil espectadores. La narración pormenorizada de este incidente pesadillezco se encuentra en el libro “The Day They Hung the Elephant” (1992), de Charles Edwin
Jerusalén 23 de junio de 2004 el Tribunal Superior de Tel Aviv ordenó la ejecución de un perro llamado Trip, que había atacado y dado muerte a Aviva Ganon de 4 años. Poco antes del incidente mortal, el perro había sido regalado a la familia por un amigo que iba a hacer un viaje y no podría llevar a la mascota consigo. En su veredicto, el Tribunal tomó en cuenta tanto la recomendación de la Oficina de Servicios Veterinarios del Ministerio de Agricultura, como el consentimiento de los dueños. Quedó muy claro para los magistrados que los padres de la pequeña deseaban con vehemencia la muerte del perro.
Por otra parte, en mayo de 2005, la Cuarta Sala de la Corte Suprema de Chile confirmó el fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaíso que ordenó la eliminación de una gata llamada Luz que estuvo en contacto con un murciélago infectado con rabia. No obstante, a la fecha, la gata permanece prófuga.
Mejor suerte corrió un doberman de 14 meses, que en diciembre de 2000 fue indultado por el Intendente de la Municipalidad de Neuquen, Argentina, después de que había sido sentenciado a muerte por la Jueza del Tribunal de Faltas, a raíz del ataque a la pierna de una mujer. Adicionalmente, la dueña del animal había sido condenada al pago de 135 pesos por el daño causado. De haber prosperado la sentencia, el perro habría ingresado a la cámara de gas de la Dirección de Zoonosis y Vectores, de esa localidad.
En abril de 2007, una Corte de Dallas, Texas llamó a un burro a declarar, por “ruidoso y agresivo”.
A fines de mayo de 2010, una paloma fue capturada en la India, siendo sospechosa de espionaje al servicio de Pakistán y al momento de su proceso se encontraba custodiada por guardias armados.



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